sábado, 21 de septiembre de 2013

EDAN: evaluación de Daños y Análisis de Necesidades de Salud en Situaciones de desastre.

LA EVALUACIÓN DE DAÑOS

Los desastres plantean grandes retos al sector salud porque a la vez que generan daños en las personas e instalaciones del sector, obligan a incrementar o intensificar la oferta de servicios para atender y asistir a los afectados. La prioridad es siempre la preservación de la mayor cantidad de vidas humanas, para lo cual se precisa un arduo trabajo de coordinación intra e intersectorial.

La Evaluación de Daños es el proceso de recolección de información  referida a la identificación y registro cualitativo y cuantitativo de la extensión, gravedad y localización de los efectos de un evento adverso.
La evaluación de los daños en el sector salud es una medida de fundamental importancia para la toma adecuada de decisiones, que implica no sólo la salud de la población - de los damnificados y de los afectados, sino también las condiciones sanitarias que existen como consecuencia del evento en sí, además de la evaluación de los establecimientos que ofrecen servicios de salud.
El proceso de evaluación de las necesidades en salud se realiza en la zona del desastre con el fin de determinar el tipo y la extensión de los efectos sobre la salud de las poblaciones afectadas, los daños y las áreas que requieren ser intervenidas con mayor urgencia.
La evaluación de los daños no es un proceso fijo y estático, por el contrario, es dinámico y cambia con la situación que se genera día a día, por lo cual debe llevarse a cabo periódicamente mediante instrumentos que permitan confirmar cuáles son las necesidades de los sectores más afectados y determinar específicamente los aspectos cuantitativos y cualitativos de la asistencia sanitaria. Éstos se deben determinar, aun cuando no se haya completado todo el proceso de evaluación.
La información que se recopila en las ocho primeras horas permite responder a las necesidades más urgentes para tratar de aliviar el sufrimiento humano. Es de fundamental importancia contar con los datos en las 12 a 72 horas siguientes al desastre, para cuantificar los costos de los daños y la necesidad de recursos para su rehabilitación o reconstrucción.
Ocurrido un desastre, la tarea inmediata es el análisis de la situación creada y la toma de decisiones para su superación. El estado situacional en que se encuentra la zona hace de necesidad prioritaria que se efectúe una evaluación de daños, en base a la cual se adoptarán las medidas de apoyo técnico y logístico que se requiera. Una información accesible, apropiada y confiable acerca de la magnitud de un desastre es absolutamente esencial para planificar, conducir y llevar a cabo un buen manejo de las operaciones de asistencia y socorro. La finalidad, es la de tener la información necesaria para determinar las necesidades que faciliten a las Comités de Emergencia de Salud, tomar decisiones rápidas y oportunas para atender a la población.
Las características de la Evaluación de Daños son:

◘ Objetiva: sólo debe registrar los daños realmente ocurridos y que deben ser considerados.

◘ Oficial: debe ser la voz del Comité de emergencia de salud, de esta forma se centraliza la evaluación en una autoridad oficial.

◘ Dinámica: además de los daños inmediatos, es necesario proyectar los posibles daños secundarios y las probables necesidades que éstos generan a fin de anticipar sus efectos para la toma eficaz de decisiones.
La evaluación de daños es una de las actividades fundamentales a cumplir en  el post desastre inmediato.

 OBJETO DE LA EVALUACION:
La planeación del proceso de evaluación inicial de los daños causados por un evento, obliga no solo a una oportuna y precisa estimación de:
• Los efectos directos
• Los probables efectos colaterales o secundarios Por ejemplo: en los eventos sísmicos en los que, con posterioridad al sismo, pueden presentarse movimientos en masa de terrenos (entre otros sucesos agregados), que podrían generar un segundo evento de dimensiones a veces más graves que el primario y que obligan a tomar decisiones inmediatas.
En ese sentido el objeto de la evaluación es establecer prioridades de atención e intervención en salud que conllevan a la toma de decisiones acerca de dónde, cuándo y qué clase de ayuda debe prestarse en orden prioritario.

FORMAS DE ORGANIZAR UNA EVALUACIÓN DE DAÑOS:

A. ORGANIZACIÓN DE LOS EQUIPOS EDAN / SALUD
→ Constitución de los Equipos EDAN/SALUD
Sucedido un evento, y como parte de la respuesta, debe lograrse disminuir el daño al ecosistema y a su elemento inteligente, el ser humano. Esto requiere entre otras tareas la evaluación de daños de lo acontecido y el conocimiento de las necesidades emergentes. Esta evaluación, debe ser:
1. Organizada
2. Metódica
3. Oportuna

La acción de evaluación debe ser desarrollada por una persona o un equipo de personas con diferentes variantes, la cantidad depende de la magnitud del área del desastre.
Este trabajo puede ser realizado por personal local o foráneo; Por una o dos personas, un grupo o un equipo. Cada una de estas formas tiene sus ventajas y limitaciones.
De esta manera nacen y se justifican los equipos EDAN / SALUD, como responsables de cumplir con esta tarea.
Equipo EDAN / SALUD: Equipo de trabajo constituido por personas cuya misión fundamental es evaluar los daños y analizar las necesidades posteriores a un desastre.
La información que reúna el equipo debe ser adecuada, para permitir tomar decisiones acordes con el problema y con la realidad.

B.  Conformación de un equipo EDAN/SALUD
El equipo de evaluación, designado por los comités de emergencias y  desastres de salud en sus diferentes niveles y compuesto por personal local, previamente capacitado o debidamente instruido deberá, en lo posible, desplazarse al terreno y reportar dentro de las primeras 12 o 72 horas: la naturaleza del daño, las características del área afectada y las condiciones de las vías y servicios entre otros.
El equipo EDAN debe dedicar todos sus esfuerzos a determinar con el máximo de exactitud la magnitud del daño, sin realizar funciones de asistencia o socorro.
La evaluación de daños debe ser organizada desarrollando un método sistemático que permita proceder rápidamente, con el fin de establecer una  información adecuada a las autoridades sanitarias (superior, regional, departamental y local). Así se podrán tomar decisiones, se ejecutarán medidas de asistencia y se diseñarán técnicas efectivas para una reducción de los efectos, presentes y futuros del evento.

C. ELEMENTOS NECESARIOS PARA LA EVALUACIÓN DE DAÑOS
a. Mapa del área o región afectada.
b. Información previa de la zona afectada: población, condiciones climáticas, condiciones de salud, idiosincrasia de la población, recursos disponibles infraestructura de servicios, historia de  desastre, directorio de los posibles  contactos en la zona, entre otros.
c. Formularios de evaluación.
d. Lista de verificación, tablas y ayudas.
e. Bolígrafos, lápices, sacapuntas, borradores, regla, papel para paleógrafo  y  tamaño carta, tabla con presilla o clip, cinta de enmascarar.
f. Elementos personales de aseo, primeros auxilios, vestuario y otros.
g. Cámara fotográfica.
h. Cinta métrica.
i. Mochilas
Deseables:
- Equipo de comunicaciones (Radio de comunicación y teléfono celular)
- Grabadora de audio
- Videograbadora
- G.P.S.
- Computadora portátil

MODELO DE ORGANIZACIÓN DEL SECTOR SALUD EN SITUACIONES DE DESASTRE

Los desastres tienen efectos negativos en la salud, que varían de acuerdo al tipo de evento, al lugar del impacto y sus características socio económicas  al nivel de exposición de la población y su preparación ante las diferentes amenazas, a la calidad de la infraestructura y a la capacidad de respuesta instalada, entre otros factores.
Solo mediante el conocimiento preciso de los daños y efectos se puede determinar dónde se necesita ayuda, cómo se necesita y cuánto se necesita para dar respuesta a las víctimas de los desastres. La evaluación de daños y análisis de necesidades permite identificar el impacto del desastre, los factores de riesgo para la salud y las necesidades en áreas técnicas como agua y saneamiento, vigilancia epidemiológica, servicios de salud, albergues, entre otras.

La OPS publicó en el año 2004 el Manual de evaluación de daños y necesidades en salud para situaciones de desastre, pero las experiencias y el aprendizaje de los últimos años en el manejo de emergencias y desastres del sector salud han generado la necesidad de revisarlo y de actualizar las herramientas propuestas para la evaluación de daños y necesidades. Para lograrlo, se han tomado también como referencia manuales, guías y otros documentos existentes sobre el tema y las sugerencias de múltiples expertos en desastres de la región.
En esta nueva edición de la guía Evaluación de daños y análisis de necesidades de salud en situaciones de desastre (EDAN) se hace énfasis en la organización del sector salud, desde la conformación del comité operativo de emergencia hasta la sala de situación de salud, estructura que debe reproducirse en el nivel nacional, regional y local. Se analizan las características de la EDAN y se presentan modelos de formatos para la recolección y análisis de la información de salud. El propósito es que la toma de decisiones se fundamente en información técnica de calidad, que permita diagnosticar, priorizar, planificar la intervención y solicitar recursos para la respuesta a emergencias de forma eficaz.
MODELO DE ORGANIZACIÓN DEL SECTOR SALUD EN SITUACIONES DE DESASTRE
A. Estructura del sector salud
El sector salud está conformado por un conjunto de organizaciones, individuos y normas que contribuyen al mejoramiento de la salud, cuyas acciones están dirigidas a la prevención y control de enfermedades, la provisión de servicios a la población, la investigación científica, la capacitación de personal y la difusión de información de salud.
Además de los centros asistenciales y entidades prestadoras de servicios de salud, también forman parte del sector o tienen estrechas relación con la salud, las universidades, las entidades operativas de respuesta a emergencias, algunas organizaciones no gubernamentales y las entidades prestadoras de servicios públicos de agua y saneamiento básico, entre otras, que desempeñan una labor en el ámbito nacional, regional y local.
En los países de América Latina y el Caribe, el sistema de salud tiene diferentes grados de desarrollo y diversos niveles de descentralización y/o privatización, pero mantiene funciones similares. 
Con sus propios valores y principios siempre están vinculados al concepto de responsabilidad que tiene el estado en el campo de la salud. Dentro de las funciones de los ministerios de salud, o la entidad encargada de ejercer la rectoría del sistema de salud, a nivel nacional, están: la definición de políticas y estrategias y la promoción de planes y programas orientados a: garantizar el acceso y la calidad en la prestación de servicios de salud, identificar problemas de salud y factores de riesgo y estimular todas las acciones en el ámbito de la promoción, prevención, atención y rehabilitación.
Del mismo modo, todos los países de la región tienen definido un sistema nacional de atención y prevención de desastres, de protección o defensa civil, dentro del cual siempre está incluido el sector salud, que comparte la toma de decisiones dentro del comité operativo de emergencia. 
El comité operativo de emergencia es la instancia de coordinación intersectorial para la toma de decisiones en situaciones de crisis. Sus funciones son similares aunque, en algunos países, puede tener denominaciones distintas (comité de crisis, comité intersectorial, comité general o nacional operativo de emergencia, entre otros nombres).
B. El rol del sector salud en  emergencias y desastres
El alcance y las responsabilidades del sistema nacional de salud en los temas relacionados a la prevención y atención de emergencias y desastres dependen de la estructura, funcionamiento y legislación particular de cada país. 
En todos los países de América Latina y el Caribe hay un área dentro del ministerio de salud encargada de planificar y ejecutar estrategias para el fortalecimiento del sector y de las alianzas necesarias para la coordinación de la respuesta en situaciones de emergencias y desastres, el desarrollo de conocimientos, capacitación, la investigación y la gestión de la información relacionada con los preparativos y la respuesta a dichos eventos. 
El ministerio de salud es responsable de coordinar, elaborar e implementar planes de preparativos para emergencias o desastres que incluyan la reducción de la vulnerabilidad de los servicios de salud, la adopción de medidas de saneamiento y demás acciones orientadas a disminuir los factores de riesgo, proteger la salud de las personas afectadas, reducir la mortalidad y el impacto en la salud de la población en general. 
Las principales responsabilidades y acciones para la preparación y respuesta adecuada ante situaciones de emergencia se describen a continuación: 





  
1. Responsabilidades y acciones del sector salud  en la fase de preparativos







2. Responsabilidades y acciones específicas  en la respuesta del sector salud




MECANISMOS DE COORDINACIÓN Y TOMA DE DECISIONES EN
EMERGENCIAS Y DESASTRES

A. Comité operativo de emergencia  del sector salud (COE-S)
En América Latina y el Caribe se ha generalizado la utilización del comité operativo de emergencia del sector salud (COE-S) como modelo de operación ante emergencias y desastres liderados, en cada nivel territorial, por la máxima autoridad de salud (ministro de salud, secretario de salud, etc.). El COE-S debe tomar decisiones y priorizar necesidades con el debido soporte técnico, establecer el apoyo requerido de otros sectores y entidades y elaborar un plan de acción para enfrentar la emergencia y evitar mayores riesgos para la salud.
Independientemente de la denominación de los cargos y la estructura organizacional de cada país, es importante que todas las funciones esenciales para atender la emergencia o desastre y los procesos de recopilar información estén representados en el Comité, con el fin de dar respuesta a las necesidades de salud de la población y facilitar la toma de decisiones basada en el conocimiento técnico y en evidencias.
El COE-S se convierte en un mecanismo eficaz para la toma de decisiones basándose en la evaluación de daños y en el análisis de la situación de salud en todos los niveles territoriales y por las diferentes entidades del sector, de manera conjunta y compartiendo la información y el análisis procedente de las llamadas salas de situación.
La conformación del comité operativo de emergencia del sector salud tiene las siguientes ventajas: 
Facilita la toma de decisiones y disminuye el margen de errores.
Proporciona unidad de mando y control, potenciando el liderazgo en el sector salud.
Establece una organización simplificada, estableciendo líneas claras de autoridad, decisión y control.
Facilita la gerencia de la crisis.
Facilita el manejo ordenado de la información.

1. Estructura operativa y funcional del comité  operativo de emergencia del sector salud



En general, el comité operativo de emergencia del sector salud está conformado por los responsables de las áreas técnicas fundamentales para la respuesta del ministerio de salud o secretaría de salud, según sea el caso. 
 Ministro(a) o secretario(a) de salud.
Epidemiología. 
Salud ambiental (agua, saneamiento básico y control de vectores, entre otros).
Servicios de salud.
Emergencias y desastres (es ideal que sea el coordinador del COE-S o su secretario ejecutivo).
Promoción de la salud.
Comunicación.
Administración. 
Logística (usualmente no existe este cargo en la estructura de los ministerios, sin embargo, es uno de los soportes indispensables de las operaciones de emergencia y, por lo tanto, su función se debe asignar a un profesional de perfi l y reconocimiento dentro de la estructura).
Entidades o representantes de los sectores relacionados con la atención de las emergencias o desastres.
Redes de servicios de salud pública, privada, fuerzas armadas.
Medicina forense (generalmente depende de la rama judicial, es fundamental dentro de los planes de contingencia para manejo de cadáveres).
Organismos de socorro y cooperación internacional: movimiento de la Cruz Roja, Naciones Unidas y otros. 
La secretaría técnica del COE-S debe ser encargada a la oficina de desastres del ministerio de salud por la experiencia que tiene en el manejo de crisis y el papel coordinador que habitualmente desempeña. 
Las reuniones del Comité deben ser ejecutivas, es decir, con objetivos concretos y agenda preestablecida. La frecuencia se determina de acuerdo a las necesidades de toma de decisión y de la dinámica de la emergencia.
Los aspectos técnicos deben trabajarse al interior de cada área y los problemas o los temas que requieren aportes de otros sectores o entidades para la toma de decisiones estratégicas y operacionales deben llevarse al comité.

2. Responsabilidades y acciones del comité  operativo de emergencia del sector salud



En síntesis, las acciones y/o productos esenciales son: priorización de acciones y toma de decisiones, precisar el diagnóstico de salud y nivel de afectación, establecer el mapa de capacidades y de necesidades, establecer e implementar el plan de acción. 
Estos productos permiten llevar al comité de operaciones de emergencias nacionales o comité de crisis nacional la solicitud de los apoyos necesarios y presentar el plan de acción del sector salud con el fi n de integrar acciones con los demás sectores. 
El éxito de la coordinación eficiente y de la respuesta depende en gran parte de la previsión y alianzas estratégicas para garantizar el funcionamiento de los sistemas de comunicación, de información y de logística que constituyen la plataforma de operación ante la crisis.

3. Niveles de coordinación en la respuesta
De acuerdo al grado de descentralización, la capacidad operativa del nivel local y regional y del desarrollo alcanzado por los países (en cuanto a preparativos para la respuesta) se establece la estructura, coordinación y responsabilidad en base a acuerdos intra e interinstitucionales. A continuación se presentan las funciones básicas según el nivel de coordinación



B. Gestión de la información
Las emergencias y desastres se caracterizan por las difi cultades en obtener y procesar información en tiempo real y de manera efi ciente. La toma de decisiones en los diferentes niveles de autoridad del sector salud debe basarse en el análisis de la información recolectada desde las zonas de impacto.

Este proceso requiere de la existencia de canales de comunicación entre las instancias e instituciones, con el fi n de que en cada nivel se decidan acciones para la disminución o eliminación de la morbilidad y mortalidad y para recuperar o mantener el acceso a los servicios de salud. 

1. Proceso de gestión de la información



2. Flujo de la información para la toma de decisiones




La información es captada en terreno (zonas de impacto, puestos de comando de incidentes, hospitales o brigadas de salud desplegadas en terreno, equipos de respuesta) y sus resultados son analizados por las autoridades locales, quienes realizan acciones inmediatas de control y asistencia de acuerdo a sus capacidades. Sin embargo, el fl ujo de información (impacto, operaciones, capacidades, requerimientos, decisiones y resultados) continúa hacia los niveles superiores de coordinación. 

En el centro de operaciones de emergencia de salud se toman decisiones relacionadas con los distintos requerimientos que se traducen en: movilización de recursos existentes, solicitud de apoyo externo a la comunidad internacional u otras acciones inmediatas a implementar (reorganización de la red de servicios, envío de misiones de evaluación, equipos técnicos especializados, etc.). Este fl ujo de información se repite continuamente mientras dure la situación de emergencia.

EVALUACIÓN DE DAÑOS Y NECESIDADES EN SALUD Y TOMA DE DECISIONES
A. Áreas esenciales de evaluación
La evaluación de daños y análisis de necesidades (EDAN) es un proceso que deben realizar las autoridades de salud y las entidades que brindan asistencia en situaciones de emergencia y desastre para disponer de información técnica, de calidad, que permita diagnosticar, priorizar, planificar la intervención en el sector y solicitar recursos para la respuesta eficaz. 

Es importante utilizar formatos estandarizados de manera que se recopile, organice, consolide  y analice la información para que, una vez depurada por las diferentes áreas técnicas (epidemiología, servicios de salud, agua y saneamiento, etc.) en la sala de situación pueda ser presentada a los tomadores de decisiones. Éstos, reunidos en un comité de crisis o comité operativo de emergencia del sector salud, deberán establecer un plan de acción que refuerce u oriente las acciones de respuesta inmediata en salud. 

En este capítulo se describen las áreas en las que se debe priorizar la EDAN, los principales aspectos para evaluar y las necesidades que deben ser identifi cadas. Se analizan las herramientas para la recolección y análisis de la información y para la evaluación de la respuesta. Finalmente, se presenta un conjunto de formatos e indicaciones técnicas para orientar y facilitar el proceso de evaluación. Los países u organizaciones pueden adaptar estos formatos a sus necesidades o, simplemente, pueden tomarlos como modelos comparativo, lo importante es que existan, que cumplan los requerimientos deseados y que sean ampliamente conocidos y compartidos antes de que ocurra una emergencia.





B. Herramientas para la recolección y análisis
La evaluación debe conducir a un análisis de los daños ocurridos, de las necesidades en salud y de la capacidad de respuesta para: Tomar decisiones respondiendo de manera oportuna y efectiva a las prioridades de: intervención inicial (búsqueda, rescate o evacuación), atención en salud, saneamiento básico y rehabilitación rápida de la infraestructura de salud.
Modificar la intervención y diseñar nuevas estrategias y medidas para la protección de la salud pública, mientras persistan los efectos del desastre en la salud. Ejecutar planes y programas que lleven a la búsqueda de información y análisis de necesidades en salud para determinar su impacto, ajuste de los programas e implementación de nuevas estrategias.
A continuación se describen algunas herramientas para la evaluación en cada una de las áreas esenciales y las decisiones que se pueden tomar a partir del análisis de la información que se obtiene.






C. Evaluación de los sistemas de respuesta





Fuente:

http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/36223FEC2AC68AA4852577820071857D-EDAN_Gu%C3%ADa_para_equipos_de_respuesta.pdf

sábado, 14 de septiembre de 2013

EL CÓDIGO DE CONDUCTA


EL PROYECTO ESFERA
El Proyecto Esfera se basa en dos convicciones principales: primera, que se deben tomar todas las medidas posibles para aliviar el sufrimiento humano producido por calamidades y conflictos; y  segunda, que las personas afectadas en los casos de desastre tienen derecho a vivir con dignidad y por lo tanto tienen derecho a recibir asistencia humanitaria. Esfera es tres cosas: un manual de orientación y guía, un amplio proceso de colaboración y la expresión de un compromiso a favor de la calidad y la rendición de cuentas.
Esta iniciativa fue lanzada en 1997 por un grupo de ONG dedicadas a la asistencia humanitaria y el movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, que elaboraron una Carta Humanitaria y  determinaron una serie de Normas mínimas como meta a alcanzar en la asistencia en casos de desastre, en cada uno de cinco sectores (abastecimiento de agua y saneamiento, nutrición, ayuda alimentaria, refugios y servicios de salud).
Este proceso llevó a la publicación del primer manual de Esfera en el año 2000. En conjunto, la Carta Humanitaria y las Normas mínimas en casos de desastre contribuyen a formar un marco de referencia operativo que facilita la rendición de cuentas a la hora de realizar esfuerzos de asistencia en casos de desastre.
La piedra angular del manual es la Carta Humanitaria, que se basa en los principios y disposiciones del derecho internacional humanitario, la legislación internacional sobre derechos humanos, el derecho sobre refugiados y el Código de Conducta Relativo al Socorro en Casos de Desastre para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y las organizaciones no gubernamentales (ONG). La Carta enuncia los principios centrales por los que se rige la acción humanitaria y reafirma el derecho de las poblaciones afectadas por los desastres, sean naturales o causados por el hombre (incluidos los conflictos armados), a recibir protección y asistencia. También reafirma el derecho de las personas afectadas por los desastres a vivir con dignidad.
En la Carta se señalan las responsabilidades legales de los Estados y las partes beligerantes a garantizar el derecho a recibir protección y asistencia. Si las autoridades competentes son incapaces de cumplir con sus responsabilidades (o no están dispuestas a ello), están obligadas a permitir que las organizaciones de ayuda humanitaria proporcionen asistencia y protección.  Las Normas mínimas y los indicadores clave han sido elaborados haciendo uso de amplias redes de practicantes (agentes humanitarios) en cada uno de los sectores. La mayoría de estas normas, y de los indicadores que las acompañan, no son nuevas sino que consolidan y adaptan conocimientos y prácticas ya existentes. Tomadas en conjunto, representan el elevado grado de consenso que existe a lo ancho de un amplio abanico de entidades y responden a una permanente determinación de cerciorarse de que los derechos humanos y los principios humanitarios serán llevados a la práctica.
Hasta la fecha hay más de 400 entidades en 80 países diferentes repartidos por todo el mundo que han realizado aportaciones al desarrollo de las Normas mínimas y los indicadores clave. Esta nueva edición del manual (2004) ha sido revisada a fondo teniendo en cuenta avances técnicos recientes y comentarios y aportaciones recibidos de organismos que utilizan Esfera en el terreno. En  particular, se ha añadido un sexto sector, el de seguridad alimentaria, que ha sido integrado con los de nutrición y ayuda alimentaria. Se incluye también un nuevo capítulo en el que se detallan ciertas normas sobre procesos que son comunes a todos los sectores. Entre ellas se encuentran la participación, la valoración, la respuesta, la selección de beneficiarios, el seguimiento, la evaluación y las competencias y gestión del personal. Adicionalmente, se han tenido en cuenta siete temas de relevancia para todos los sectores (infancia, personas de edad, discapacitados, género, protección, VIH/sida y medio ambiente) que son de relevancia para todos los sectores


LA CARTA HUMANITARIA

La Carta Humanitaria expresa el compromiso asumido por esos organismos de acatar dichos principios y velar por el cumplimiento de las Normas mínimas. Este compromiso se basa en el reconocimiento por los organismos humanitarios de sus propias obligaciones éticas, y refleja los derechos y deberes consagrados en el derecho internacional, respecto del cual los Estados y otras partes han contraído obligaciones.
La Carta centra la atención en las exigencias fundamentales que entraña la acción destinada a sustentar la vida y la dignidad de las personas afectadas por calamidades o conflictos. Por su parte, las Normas mínimas que acompañan la Carta tienen por objeto cuantificar esas exigencias por lo que respecta a las necesidades de las personas en materia de agua, saneamiento, nutrición, alimentos, refugio y servicios sanitarios. En conjunto, ambos instrumentos conforman un marco operativo para la rendición de cuentas respecto a las actividades de asistencia humanitaria.

1 Principios
Reafirmamos nuestra creencia en el imperativo humanitario y su primacía. Entendemos por ello la convicción de que se deben adoptar todas las medidas posibles para evitar o aliviar el sufrimiento humano provocado por conflictos o calamidades, y de que la población civil víctima de esas circunstancias tiene derecho a recibir protección y asistencia.
Los organismos humanitarios comprometidos a respetar esta Carta Humanitaria y las Normas mínimas se proponen ofrecer niveles de servicio definidos a las personas afectadas por calamidades o conflictos armados, y promover la observancia de los principios humanitarios fundamentales.
Sobre la base de esta convicción, recogida en el derecho internacional humanitario y fundada en el principio de humanidad, ofrecemos nuestros servicios en calidad de organismos humanitarios. Actuaremos en conformidad con los principios de humanidad e imparcialidad y con los demás principios enunciados en el Código de Conducta relativo al socorro en casos de desastre para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las organizaciones no gubernamentales (1994). El texto completo de este Código de Conducta figura en la página 373.
La Carta Humanitaria afirma la importancia fundamental de los principios siguientes:

1.1 El derecho a vivir con dignidad
Este derecho está inscrito en las disposiciones jurídicas relativas al derecho a la vida, a un nivel de vida decoroso y a la protección contra penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Entendemos que el derecho de una persona a la vida entraña el derecho a que se adopten medidas para preservar la vida toda vez que ésta esté amenazada, así como el correspondiente deber de otras personas de adoptar tales medidas. Queda implícito en ello el deber de no obstaculizar o impedir la prestación de asistencia encaminada a salvar vidas. Además, el derecho internacional humanitario prevé específicamente la prestación de asistencia a las poblaciones civiles durante los conflictos, obligando a los Estados y otras partes a acceder a prestar asistencia humanitaria e imparcial cuando la población civil carece de suministros esenciales.

1.2 La distinción entre combatientes y no combatientes
Esta distinción sirve de base a los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales de 1977. Este principio fundamental ha sido vulnerado en forma creciente, como puede comprobarse por el enorme aumento de la proporción de bajas civiles durante la segunda mitad del siglo XX. El hecho de que a menudo se aluda a conflictos internos atribuyéndoles el carácter de “guerra civil” no debe hacernos olvidar la necesidad de distinguir entre quienes participan activamente en las hostilidades, y los elementos civiles y otras personas (incluidos los enfermos, heridos y prisioneros) que no intervienen directamente en 1920 ellas. En virtud del derecho internacional humanitario, los no combatientes tienen derecho a protección y deben gozar de inmunidad contra los ataques.

1.3 El principio de no devolución
En conformidad con este principio, ningún refugiado podrá ser enviado o devuelto a un país en donde su vida o su libertad pueda estar en peligro por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, o cuando haya razones fundadas para creer que pueda correr peligro de ser sometido a tortura.

2 Funciones y responsabilidades

2.1 Reconocemos que las necesidades básicas de las personas afectadas por calamidades o conflictos armados se satisfacen ante todo por los propios esfuerzos de los interesados, y reconocemos que incumben al Estado la función y la responsabilidad primarias de proporcionar asistencia cuando la población no está en condiciones de hacer frente a la situación.

2.2 El derecho internacional reconoce que las personas afectadas tienen derecho a protección y asistencia. Define las obligaciones jurídicas de los Estados o las partes beligerantes de prestar dicha asistencia o permitir que sea prestada, así como de prevenir los comportamientos violatorios de los derechos humanos fundamentales y abstenerse de ellos. Estos derechos y obligaciones están recogidos en el corpus del derecho internacional relativo a los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho de los refugiados. (Véanse las fuentes mencionadas más abajo.)  

2.3 En nuestra calidad de organismos humanitarios, definimos nuestra propia función en relación con esas funciones y responsabilidades primarias. Nuestra acción de asistencia humanitaria refleja el hecho de que aquellos a quienes incumbe la responsabilidad principal no siempre están en condiciones de asumirla por sí mismos o dispuestos a hacerlo. A veces se trata de un problema de capacidad. Otras veces constituye una inobservancia deliberada de obligaciones jurídicas y Carta Humanitaria y Normas mínimas de respuesta humanitaria éticas fundamentales, que resulta en mucho sufrimiento humano evitable.

2.4 El hecho de que con frecuencia las partes beligerantes no respetan el propósito humanitario de las intervenciones ha puesto de manifiesto que el intento de prestar asistencia en situaciones de conflicto puede contribuir potencialmente a que aumente la vulnerabilidad de las personas civiles a los ataques, o a que de cuando en cuando una o varias partes beligerantes obtengan ventajas imprevistas. Nos comprometemos a reducir al mínimo tales efectos adversos de nuestras intervenciones, en la medida en que ello sea compatible con las obligaciones expuestas anteriormente. Es obligación de l

2.5 En relación con los principios antes enunciados y en términos más generales, reconocemos y apoyamos los mandatos de protección y asistencia que tienen el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados conforme al derecho internacional.

3 Normas mínimas

Las Normas mínimas presentadas a continuación se basan en la experiencia en materia de asistencia humanitaria de los organismos de ayuda. Aunque el cumplimiento de las normas depende de numerosos factores, muchos de los cuales pueden estar fuera de nuestra esfera de acción, nos comprometemos a velar sistemáticamente por su aplicación y estamos dispuestos a asumir la responsabilidad correspondiente.
Invitamos a otros agentes humanitarios, incluidos los propios Estados, a que adopten estas Normas mínimas como normas consensuadas. Al suscribir las normas expuestas en los capítulos 1 a 5, nos comprometemos a hacer cuanto esté en nuestro poder para lograr que las personas afectadas por casos de desastre tengan acceso, cuando menos, a lo mínimo necesario (agua, saneamiento, alimentos, nutrición, refugio y servicios sanitarios) para disfrutar de su derecho básico a una vida digna. A este fin, continuaremos propugnando que los gobiernos y otras partes cumplan sus obligaciones dimanantes del derecho internacional relativo a los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho de los refugiados.

Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad que implica este compromiso y afirmamos nuestra intención de elaborar sistemas para la rendición de cuentas en nuestros respectivos organismos, consorcios y federaciones. Reconocemos que nuestra responsabilidad principal es ante aquellos a quienes tratamos de prestar asistencia.


El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja procura prevenir y aliviar el sufrimiento humano en situaciones de conflicto armado y de emergencia, como epidemias, inundaciones y terremotos.
El Movimiento no es una sola organización. Lo componen el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y 188 Sociedades Nacionales. Cada componente tiene su identidad y su cometido, pero todos están unidos por los siete Principios Fundamentales.
Estos principios son humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad. Cada componente del Movimiento se compromete a respetarlos y hacerlos respetar.
El CICR tiene la misión exclusivamente humanitaria de proteger la vida y la dignidad humanas de las víctimas de los conflictos armados y de otras situaciones de violencia, así como de prestarles asistencia. Fundado en 1863, el CICR dio origen  al Movimiento, cuyas actividades internacionales en los conflictos armados dirige y coordina.
La Federación, fundada en 1919, inspira, estimula y facilita todas las actividades humanitarias de las Sociedades Nacionales miembros en nombre de las personas más vulnerables. Dirige y coordina las acciones de sus miembros para asistir a las víctimas de desastres naturales y de índole tecnológica, a los refugiados y a las personas afectadas por emergencias sanitarias.Las Sociedades Nacionales actúan como auxiliares de los poderes públicos en el ámbito humanitario. Proporcionan toda una gama de servicios, tales como asistencia en casos de desastre y actividades de salud y apoyo social. En tiempo de guerra, pueden asistir a la población civil y apoyar los servicios de salud de las fuerzas armadas.
Para participar en el Movimiento, una Sociedad Nacional, en primer lugar, debe ser reconocida por el CICR y luego admitida en la Federación Internacional. Existen diez condiciones de reconocimiento enumeradas en los Estatutos del Movimiento. Entre ellas cabe mencionar el estatuto de autonomía de conformidad con la legislación nacional, el uso de un emblema reconocido y el respeto de los Principios Fundamentales. Debe haber una sola Sociedad en cada país y estar constituida en el territorio de un Estado independiente.
Esta última condición se suspendió en el caso de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina mediante una resolución aprobada por la XXX Conferencia Internacional en 2007.
Cada dos años, las Sociedades Nacionales y su Federación se reúnen en la Asamblea General. Inmediatamente después, el CICR se une a ellas en lo que se conoce como el Consejo de Delegados. En esta instancia se examinan cuestiones estratégicas importantes para el Movimiento.
Cada cuatro años, todo el Movimiento se reúne con todos los Estados que son parte en los Convenios de Ginebra en la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Esta instancia puede convocarse también en otras ocasiones para resolver cuestiones que se planteen al Movimiento.
La Comisión Permanente, integrada por nueve miembros, se encarga de organizar las conferencias. Cinco de sus miembros se eligen durante la Conferencia Internacional. Los cuatro miembros ex oficio, de los cuales dos son del CICR y dos de la Federación Internacional, incluyen actualmente los presidentes de ambas instituciones.
La reunión periódica del Movimiento y de los gobiernos en la Conferencia Internacional es única en los asuntos humanitarios. Plasma la historia y los orígenes del CICR y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, así como la importancia central del derecho internacional humanitario, en particular los Convenios de Ginebra.
En lo referente a las operaciones, el Movimiento aprobó el Acuerdo de Sevilla para esclarecer la función y las responsabilidades de sus componentes en diversas situaciones. El concepto de función directiva tiene por objeto maximizar el impacto del Movimiento fortaleciendo la coordinación y eliminando la superposición y duplicación de los esfuerzos.
Dado que el Movimiento trabaja con organizaciones no gubernamentales sobre el terreno, también ha elaborado un código de conducta a fin de garantizar normas estrictas para prestar asistencia a las víctimas de guerras y desastres
Aunque el Movimiento no es en sí una organización como tal, tiene su propia publicación, la Revista de la Cruz Roja Media Luna Roja, que editan conjuntamente el CICR y la Federación Internacional en Ginebra.


CÓDIGO DE CONDUCTA FRENTE A LOS DESASTRES
Código de Conducta relativo al socorro en casos de desastre para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las organizaciones no gubernamentales (ONG)
Tomado de Principios e intervención en la asistencia internacional humanitaria y las actividades de protección
Propósito
El propósito del presente Código de Conducta es preservar nuestras normas de comportamiento. No se tratan en él detalles de las operaciones, como por ejemplo la forma de calcular las raciones alimentarias o de establecer un campamento de refugiados. Su propósito es más bien mantener los elevados niveles de independencia, eficacia y resultados que procuran alcanzar las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en sus intervenciones a raíz de catástrofes. Se trata de un código de carácter voluntario que respetarán todas las organizaciones no gubernamentales que lo suscriban, movidas por el deseo de mantener las normas en él establecidas.

En caso de conflicto armado, el presente Código de Conducta se interpretará y aplicará de conformidad con el derecho internacional humanitario.

El código propiamente dicho figura en la primera sección. En los anexos siguientes se describe el entorno de trabajo que cabe desear propicien los Gobiernos, tanto de los países beneficiarios como de los países donantes, y las organizaciones intergubernamentales a fin de facilitar la eficaz prestación de asistencia humanitaria.

Código de Conducta
Normas de conducta para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las organizaciones no gubernamentales en programas motivados por catástrofes

1. Lo primero es el deber humanitario
El derecho a recibir y a brindar asistencia humanitaria constituye un principio humanitario fundamental que asiste a todo ciudadano en todo país. En calidad de miembros de la comunidad internacional reconocemos nuestra obligación de prestar asistencia humanitaria doquiera sea necesaria. De ahí, la trascendental importancia del libre acceso a las poblaciones afectadas en el cumplimiento de esa responsabilidad. La principal motivación de nuestra intervención a raíz de catástrofes es aliviar el sufrimiento humano entre quienes están menos preparados para soportar las consecuencias de una catástrofe.
La ayuda humanitaria que prestamos no responde a intereses partidistas ni políticos y no debe interpretarse en ese sentido.

2. La ayuda prestada no está condicionada por la raza, el credo o la nacionalidad de los beneficiarios ni ninguna otra distinción de índole adversa. El orden de prioridad de la asistencia se establece únicamente en función de las necesidades.
Siempre que sea posible, la prestación de socorro deberá fundamentarse en una estimación minuciosa de las necesidades de las víctimas de las catástrofes y de la capacidad de hacer frente a esas necesidades con los medios disponibles localmente.
En la totalidad de nuestros programas reflejaremos las consideraciones pertinentes respecto a la proporcionalidad. El sufrimiento humano debe aliviarse en donde quiera que exista; la vida tiene tanto valor en una parte del país, como en cualquier otra. Por consiguiente, la asistencia que prestemos guardará consonancia con el sufrimiento que se propone mitigar.
Al aplicar este enfoque, reconocemos la función capital que desempeñan las mujeres en las comunidades expuestas a catástrofes, y velaremos por que en nuestros programas de ayuda se apoye esa función, sin restarle importancia.
La puesta en práctica de esta política universal, imparcial e independiente sólo será efectiva si nosotros y nuestros asociados podemos disponer de los recursos necesarios para proporcionar esa ayuda equitativa y tener igual acceso a todas las víctimas de catástrofes.

3. La ayuda no se utilizará para favorecer una determinada opinión política o religiosa
La ayuda humanitaria se brindará de acuerdo con las necesidades de los individuos, las familias y las comunidades. Independientemente del derecho de filiación política o religiosa que asiste a toda organización no gubernamental de carácter humanitario, afirmamos que la ayuda que prestemos no obliga en modo alguno a los beneficiarios a suscribir esos puntos de vista.
No supeditaremos la promesa, la prestación o la distribución de ayuda al hecho de abrazar o aceptar una determinada doctrina política o religiosa.

4. Nos empeñaremos en no actuar como instrumentos de política exterior gubernamental
Las organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario son organizaciones que actúan con independencia de los Gobiernos. Así, formulamos nuestras propias políticas y estrategias para la ejecución de actividades y no tratamos de poner en práctica la política de ningún Gobierno, que sólo aceptamos en la medida en que coincida con nuestra propia política independiente.
Ni nosotros ni nuestros empleados aceptaremos nunca, a sabiendas - o por negligencia - ser utilizados para recoger información de carácter político, militar o económico que interese particularmente a los Gobiernos o a otros órganos y que pueda servir para fines distintos de los estrictamente humanitarios, ni actuaremos como instrumentos de la política exterior de Gobiernos donantes.
Utilizaremos la asistencia que recibamos para atender las necesidades existentes, sin que la motivación para suministrarla sea la voluntad de deshacerse de productos excedentarios ni la intención de servir los intereses políticos de un determinado donante.
Apreciamos y alentamos la donación voluntaria de fondos y servicios por parte de personas interesadas en apoyar nuestro trabajo y reconocemos la independencia de acción promovida mediante la motivación voluntaria de esa índole. Con el fin de proteger nuestra independencia, trataremos de no depender de una sola fuente de financiación.

5. Respetaremos la cultura y las costumbres locales
Nos empeñaremos en respetar la cultura, las estructuras y las costumbres de las comunidades y los países en donde ejecutemos actividades.

6. Trataremos de fomentar la capacidad para hacer frente a catástrofes utilizando las aptitudes y los medios disponibles a nivel local
Incluso en una situación de desastre, todas las personas y las comunidades poseen aptitudes no obstante su vulnerabilidad. Siempre que sea posible, trataremos de fortalecer esos medios y aptitudes empleando a personal local, comprando materiales sobre el terreno y negociando con empresas nacionales. Siempre que sea posible, la asociación con organizaciones no gubernamentales locales de carácter humanitario en la planificación y la ejecución de actividades y, siempre que proceda, cooperaremos con las estructuras gubernamentales.

Concederemos alta prioridad a la adecuada coordinación de nuestras intervenciones motivadas por emergencias. Desempeñarán esta función de manera idónea en los distintos países afectados quienes más directamente participen en las operaciones de socorro, incluidos los representantes de organismos competentes del sistema de las Naciones Unidas.

7. Se buscará la forma de hacer participar a los beneficiarios de programas en la administración de la ayuda de socorro
Nunca debe imponerse a los beneficiarios la asistencia motivada por un desastre. El socorro será más eficaz y la rehabilitación duradera podrá lograrse en mejores condiciones cuando los destinatarios participen plenamente en la elaboración, la gestión y la ejecución del programa de asistencia. Nos esforzaremos para obtener la plena participación de la comunidad en nuestros programas de socorro y de rehabilitación.

8. La ayuda de socorro tendrá por finalidad satisfacer las necesidades básicas y, además, tratar de reducir en el futuro la vulnerabilidad ante los desastres
Todas las operaciones de socorro influyen en el desarrollo a largo plazo, ya sea en sentido positivo o negativo. Teniendo esto presente, trataremos de llevar a cabo programas de socorro que reduzcan de modo concreto la vulnerabilidad de los beneficiarios ante futuros desastres y contribuyan a crear modos de vida sostenibles. Prestaremos particular atención a los problemas ambientales en la elaboración y la gestión de programas de socorro. Nos empeñaremos, asimismo, en reducir a un mínimo las repercusiones perjudiciales de la asistencia humanitaria, evitando suscitar la dependencia a largo plazo de los beneficiarios en la ayuda externa.

9. Somos responsables ante aquellos a quienes tratamos de ayudar y ante las personas o las instituciones de las que aceptamos recursos
A menudo funcionamos como vínculo institucional entre quienes desean prestar asistencia y quienes la necesitan durante los desastres. Por consiguiente, somos responsables ante los unos y los otros.
En nuestras relaciones con los donantes y con los beneficiarios hemos de observar siempre una actitud orientada hacia la apertura y la transparencia.
Reconocemos la necesidad de informar acerca de nuestras actividades, tanto desde el punto de vista financiero como en lo que se refiere a la eficacia. Reconocemos la obligación de velar por la adecuada supervisión de la distribución de la asistencia y la realización de evaluaciones regulares sobre las consecuencias asociadas al socorro.
Nos esforzaremos también por informar de manera veraz acerca de las repercusiones de nuestra labor y de los factores que las limitan o acentúan.
Nuestros programas reposarán sobre la base de elevadas normas de conducta profesional y pericia, de manera que sea mínimo el desperdicio de valiosos recursos.

10. En nuestras actividades de información, publicidad y propaganda, reconoceremos a las víctimas de desastres como seres humanos dignos y no como objetos que inspiran compasión.
Nunca debe perderse el respeto por las víctimas de los desastres, que deben ser consideradas como asociados en pie de igualdad. Al informar al público, deberemos presentar una imagen objetiva de la situación de desastre y poner de relieve las aptitudes y aspiraciones de las víctimas y no sencillamente su vulnerabilidad y sus temores.
Si bien cooperaremos con los medios de información para suscitar un mayor respaldo público, en modo alguno permitiremos que las exigencias internas o externas de publicidad se antepongan al principio de lograr una máxima afluencia de la asistencia humanitaria. Evitaremos competir con otras organizaciones de socorro para captar la atención de los medios informativos en situaciones en las que ello pueda ir en detrimento del servicio prestado a los beneficiarios o perjudique su seguridad y la de nuestro personal.



FUENTE:
http://www.redesdegestionderiesgo.com/uploads/biblioteca/descargas/0724765001273366181.pdf
http://bivipas.info/bitstream/10720/367/1/D-212-Rey_Francisco-416.pdf
http://www.icrc.org/spa/resources/documents/report/5tdkz5.htm