REACCIÒN DE LOS ANCIANOS
La población de ancianos tiene varias
características e inquietudes que los hacen, en particular, vulnerables a los
efectos de los desastres; pueden responder de una manera ineficaz por su lentitud
a nivel motriz y cognoscitivo. Algunos adultos mayores tal vez presenten
traumas adicionales si se les ha transferido a un entorno hacinado que les es
poco familiar; como consecuencia de haber vivido muchos años, las personas
mayores tienden a sufrir pérdidas múltiples, que incluyen los sistemas
importantes de apoyo. Los consejeros deben estar pendientes de los signos de
depresión en los damnificados ancianos ya que las pérdidas sufridas en el
desastre pueden sumarse a las anteriores y provocar depresión.
Las personas mayores tienen reacciones
y necesidades particulares después del desastre; al igual que con otras
sub-poblaciones, los consejeros tienen que considerar muchos factores
individuales que distinguen a una persona de otra. Generalizar las necesidades
especiales del sub-grupo ayuda a formular guías para el programa para
damnificados, de suerte que atienda las necesidades del grupo.
Muchos ancianos, en particular los de
nivel económico bajo, inmigrantes o trabajadores no calificados, pueden carecer
de recursos, estar en un estado físico en deterioro y perder los sistemas de
apoyo importantes en el vecindario destruido. Quizá también tengan más
dificultades para “navegar” por los canales del sistema de urgencia y teman
perder su “independencia”, si los consejeros se llegan a dar cuenta del
deterioro de sus facultades.
Los problemas que agudizan las
dificultades de los ancianos para resolver la crisis en la etapa posterior al
desastre pueden abarcar:
- La necesidad de reubicarse con miembros de la
familia donde la privacidad, el espacio personal y la rutina diaria son
una fuente de estrés;
- Las dificultades con el horario de dormir y el hecho de depender de medicamentos para conciliar el sueño, y
- La pérdida de “señales” para llevar a cabo las actividades cotidianas, que conllevan la sensación de desorganización o confusión.
Los consejeros de salud mental se
pueden relacionar mejor con los damnificados mayores si tienen en mente algunas
de estas características; estos ejemplos son un recordatorio de que hay que
considerar las características biopsicosociales de las poblaciones con
necesidades especiales, al analizar los factores de riesgo que influyen en la
capacidad de resolución de crisis en la etapa posterior al desastre.
En un estudio a más de 200 ancianos
entrevistados antes y después de dos inundaciones en el sudeste de Kentucky
(1982) se encontró que la exposición a estos incidentes difirió en intensidad
general. Las pérdidas personales aumentaron las emociones negativas a corto
plazo, que duraron hasta un año después de la inundación; los efectos a largo
plazo dependieron más del nivel de la exposición a un alto nivel de destrucción
de las comunidades y a pérdidas personales (Phifer J.F. y Norris F.H.)
REACCIONES EN ADULTOS Y
ANCIANOS EN EMERGENCIA Y DESASTRE
Es necesario tener
en cuenta las características propias del adulto mayor. En algunas culturas los
ancianos son fuente de experiencia y sabiduría. Los ancianos transmiten
experiencias a través de historias, cuentos y canciones y estas generalmente
llevan un mensaje positivo para afrontar situaciones difíciles. Sin embargo la
experiencia en trabajos con adultos mayores pone de manifiesto aspectos de exclusión:
· Algunos
se encuentran aislados.
· Carecen
de redes de apoyo.
· Son
percibidos como una carga para sus familiares.
· No
son tomados en cuenta como factores activos y productivos.
· Se
les mantiene desinformados para no preocuparles y se toman decisiones sobre sus
vidas y pertenencias sin consultarlo.
Algunos factores
que pueden incrementar el riesgo de enfermedad en adultos mayores frente a una
catástrofe son:
· Problemas
de visión o audición contribuyen a la ocurrencia de lesiones en entornos
desconocidos o al intentar sortear peligros.
· Discapacidades
físicas y limitaciones en la movilidad (como el uso de una silla de ruedas)
pueden causar tardanzas o evitar una evacuación de emergencia.
· Corte
eléctrico. Los adultos mayores son vulnerables a la hipotermia (temperatura
corporal por debajo de lo normal) e hipertermia (fiebre excepcionalmente alta)
frente a temperaturas extremas. Un corte del suministro eléctrico no permite el
funcionamiento del equipamiento médico necesario, como nebulizadores u
oxigenoterapia.
· Imposibilidad
de acceder a los medicamentos prescriptos o tratamientos, como diálisis y
quimioterapia.
· La
ausencia de miembros de su familia u otras personas de apoyo en su casa.
· Barreras
para recibir ayuda financiera en catástrofes, por ejemplo procedimientos
complejos y renuencia a pedir ayuda.
· Una
mudanza forzada puede causar estrés grave en mayores frágiles, acelerando su
deterioro o muerte.
En general, aquellos que
necesitan asistencia en sus actividades de la vida diaria (p.ej. caminar,
ducharse, comer, tomar medicinas) son más vulnerables a lesiones o enfermedades
durante o después de una catástrofe.
A continuación un listado de algunas de las manifestaciones que pueden observarse en personas adultas:
Nerviosismo o ansiedad.
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Inseguridad.
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Tristeza y/o llanto.
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Necesidad de estar solo.
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Culpabilidad por haber sobrevivido.
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Crisis de miedo o pánico.
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Ideas de suicidio.
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Disminución en la resistencia física.
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Fatiga.
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Dificultades para retornar al nivel normal de
|
Problemas para dormir o descansar.
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Confusión para pensar y/o problemas de
concentración.
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Sentirse frío emocionalmente.
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Problemas de memoria.
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Sentirse abrumado.
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Disminución de la higiene personal.
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Intensa preocupación por otros.
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Cambio en los hábitos alimenticios.
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Náuseas.
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Pérdida de confianza en uno mismo.
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Dolores de pecho o cabeza.
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Recuerdos muy vivos del evento.
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Temblores musculares.
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Culpar a los demás.
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Dificultad para respirar.
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Frustración.
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Palpitaciones o taquicardia.
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Desorientación en tiempo o lugar.
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Aumento de la presión sanguínea.
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Sentimiento de impotencia.
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Uso excesivo de alcohol y/o drogas.
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Problemas en el trabajo y/o familia.
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Enojo y/o irritabilidad.
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